viernes, 28 de marzo de 2014

EL ARTE DEL PUNTO Y APARTE

Soy periodista. Sí. Convivo con los signos de puntuación. Pero, al fin y al cabo todos convivimos con ellos. Seamos periodistas, maestros, grandes empresarios, narcotraficantes o lustrabotas. El hecho es que ellos no sólo sirven para los textos. No señor, no son simples decoraciones de una idea, de una frase. Tampoco están porque si.
Pero lejos de  inmiscuirme en la cuestión gramatical vengo hablar de los signos de puntuación en el día a día. En la vida misma.
El punto, esa cosa insignificante, fea, insulsa, como la comida sin sal. Como el sándwich sin mayonesa. Eso que te da la misma sensación que te da cuando llegás a casa queriendo comer milanesas con papas fritas y tu vieja te espera con bocaditos de acelga y tortilla de zapallitos.
Así, tan pequeño, significa mucho más de lo que uno se imagina. Puede poner punto final a las cosas, y entiéndase por cosas las relaciones, las peleas, los conflictos, con uno y con el mundo que lo rodea. Separa gente, divide el mundo. Y lo divide en serio. Sino mirá: cuando  EEUU le puso el punto y aparte a la  URSS en la Guerra Fría, cuando el Diego le puso el punto final a Guillote y cuando Wanda le sacó la mitad de la billetera al Maxi (No, pará, esto último no iba)
Otra es la historia si le ponemos el tinte de punto y seguido. Y que peligroso se vuelve cuando es el plano amoroso. Es como cuando te enamorás de un pelotudo/a al que no querés ver más. Pero ¡Zas! te tira un par de chamuyos empalagosos al oído y volvés a caer. Eso, amiga/o mío es un punto y seguido, lamento informarte.
Los argentinos somos así, te despedís del amigo al que fuiste a visitar. Abrís la puerta del auto, te acordás de uno al que no cuereaste y te quedás media hora más conversando (esta acción se repite reiteradas veces hasta que caes en la cuenta de que pasaron más de dos horas y se hizo de  noche/día; tendrás problemas con tu pareja o simplemente se te hizo re tarde). Eso mi estimado es un punto y aparte.
Por último: la coma. La coma es un coso. Como ese mueble que no es ni mesita de luz, ni escritorio, ni mesa, es simplemente denominado mueble. Bueno, la coma es simplemente eso: la coma.
Por si no lo sabían, sirve para poner una pausa en la lectura y aplica la misma función en la vida. Lástima que siempre la ponen en el lugar equivocado. Por ejemplo cuando tu pareja estable o no, te dice: "No sos vos, soy yo, pero necesito un tiempo". Eso, es una coma. O un punto y aparte, no lo sé, lo dejo a tu criterio.






viernes, 21 de marzo de 2014

PASAJE A LA ILUSION

Hay historias que merecen ser contadas y otras que no, pero se las cuenta igual. Esta es una de esas. 
En esta sociedad donde todo el mundo tiene auto, yo y mi bolsillo aún disfrutamos de los viajes en colectivo. Algunos lo asocian a la palabra estrés.Sin embargo,  lejos de lo que muchos piensan, ese suele ser mi momento personal de relax. Disfruto de una buena lectura, de la música que me gusta en  los auriculares y sobre todo de observar a los compañeros ocasionales de viaje. 
Hoy, después del break del mediodía, me embarqué camino al trabajo en el "bondi". Abandoné la lectura que recién había comenzado, cuando me llamó la atención un tipo que subió, sin pagar pasaje. Sin pedir permiso. 
Pantalón bahiano, remera ancha con alguna inscripción rastafari. Zapatillas gastadas. Morral. Pelo rubio, largo, sin nada que envidiarle al Polaco Bastía. Empuñó la guitarra que tenía cruzada en la espalda y comenzó a entonar con voz impostada: " Vuelve a cantar el coyuyo, después de un año sin huella. Vuelve a renacer el grito marrón de la chacarera". Con una voz radial se auto presentó y prosiguió:"Voy a cantar   Cachito, campeón de Corrientes".

La guitarra ya no volvió a sonar. Directamente habló al son de las grandes manos del músico. Cuando tocó el último acorde no cosechó aplausos. Los aplausos son para los que dicen ser artistas. Él recibió sonrisas, como las merecen los vendedores de ilusiones. Después, se perdió por alguna intersección del Bajo.