lunes, 29 de septiembre de 2014

Señoras y señores, damas y caballeros, Missis and Gentleman. Si usted está pensando en agarrarse una buena borrachera no se lo prohiba. Pues una borrachera es válida en todo tiempo y lugar, a menos que aún no haya terminado su infancia, posea un celular con viejos contactos y/o esté usando tacos altos. Este mensaje es especialmente para las damas aunque aquí no le hacemos asco a nada.
Cualquier bebida es apta para borrachera mas desde nuestra editorial recomendamos que no sea con vino o champagne añejo, pues su bolsillo sufrirá las consecuencias. A menos que usted sea un gran magnate árabe siempre vienen bien las bebidas blancas de mala calidad y las nunca bien ponderadas maltas.
Si usted, está pisando los 30 amigo/a y aún no ha vivido la experiencia de una buena curda sepa que ha desperdiciado vivencias impagables de la vida. Desde los más pudientes, hasta los más pobres. Desde los más religiosos, hasta los más ateos, todos alguna vez en la vida han sentido sobre sus cuerpos los efectos etílicos sin morir en el intento (algunos sí).
Al fin y al cabo la borrachera tiene sus consecuencias. Si usted es de los borrachos alegres sepa que llegará un punto donde su humor se volverá insoportable y terminará tirado en un sillón riéndose sólo mientras ve moscas volar, colmará la paciencia de sus amigos que seguirán tomando lejos de usted o seguirán dándole de beber hasta que se calle. Si su caso es de los borrachos melancólicos sepa que repetirán las acciones anteriormente descriptas, pues se volverá insoportable. En último caso, si su borrachera termina en un dulce sueño, sepa que terminará adentro de la ducha y bebiendo café.
Un último consejo: si usted es mujer trate de apagar su teléfono móvil y olvidar todo lo que pasa en la noche, probablemente terminará en brazos de algún hombre que desea su cuerpo desde hace algún tiempo. Si usted es un especímen del sexo masculino trate de no responder a las preguntas que le haga la mujer con la que comparte su vida, al regresar a su hogar.
En conclusión: la borrachera hace más feliz al corazón, no así a la cabeza.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

LAURA

Aquella tarde llovía copiosamente. Laura estaba sentada bajo el gran ventanal de cortinas rojas que daba al patio de adelante de su pequeño departamento. Tenía una taza de café en la mano. Al fin y al cabo su vida era eso: café de día, vino blanco por la noche.  Tenía puesto su pijama de caracoles que tanto le gustaba. Apreciaba los pijamas por sobre todas las cosas. Los consideraba prendas cómodas  y hogareñas capaces de todo uso. Estaba descalza, pues le gustaba sentir el piso bajo sus pies.
Laura adoraba la lectura y creía que los días grises eran propicios para tal propósito. Seguía paciente y concienzudamente cada línea de un cuento de Borges que la tenía atrapada, mientras las gotas de lluvia golpeaban con cadencia el vidrio.

De pronto sonó el teléfono, en una primera instancia Laura hizo como que no oía y siguió abstraída en la lectura. Sonó dos, sonó tres veces. Laura se levantó del cómodo puf en el que estaba bajo la ventana levanto el tubo. Soltó  la taza de café y la caída manchó su pijama, el agua de lluvia comenzó a golpear más fuerte el ventanal y de su rostro comenzaron a caer lágrimas.