miércoles, 19 de noviembre de 2014

REPARADOR DE COSAS VIEJAS SE BUSCA

No soy vintage. Mucho menos de aquellas idealistas que creen que todo tiempo pasado siempre fue mejor. Pero... estos días que corren y las obligaciones frente a la pantalla de la computadora, la tablet y cuanto dispositivo tecnológico tenga a mano, me hicieron o pensar en la vieja máquina de escribir que vive juntando tierra en uno de los placares de mi casa. Sí, aquella que yo misma rompí como una maldición, cuando de chica jugaba a teclear textos en ella - debe ser que desde siempre quise dedicarme a esto-.
Sepan que por esta razón me odio, me odio con toda mi alma.
No es una Olivetti. Desonozco su procedencia y su marca, así como desconozco el paradero de la vieja Olivetti que mi abuelo tenía para hacer sus tareas laborales allá por el siglo XX cuando era joven. Hay dos opciones o se la tragó la tierra o mi abuela la mandó al cielo de las máquinas de escribir.
El punto es, que en alguno de esos caprichos que le surgen a uno en la vida, me gustaría reemplazar el tecleo de mi notebook por el taka- taka-taka de la máquina ( O mejor dicho el takatakataka, porque yo escribo rápido)
Podría llamar a Don Carro, el reparador de Olivettis del barrio, pero desde hace más de una década las computadoras le pusieron fin a su oficio. Desde ese entonces se dedica a calentar la silla, 5 horas al día,  bajo la morera de la vereda de su casa.
En fin, si usted amigo/a, conocido/a o allegado/a - palabra en desuso desde los años '90- quiere colaborar con el capricho de una joven periodista que desea teclear con gusto, brinde una mano a este llamado a la solidaridad y recomiendeme un reparador de máquinas de escribir.